Mi mujer afirmaba que no es ni medio normal salir a captar clientes confesando que soy idiota. Eso afirmaba, sintiendo vergüenza ajena.

Estábamos cenando cuando le comenté que ¡por fin! había terminado de crear mi currículum. Muchos años atrás (ni recuerdo cuántos) lo había hecho del modo en que lo hace el 99 % de la gente que busca empleo: plano, aburrido, sin pizca de imaginación, sin una estrategia, sin estudiar a fondo las empresas que podían resultar atractivas para trabajar en ellas.

Ahora, en cambio, la mayor virtud de mi currículum era aparentemente decir que fui y sigo siendo un gran idiota.

• ¡Pero estás loco! -exclamó a grito pelado mi dulce mujer- ¿Es la mierda que aprendes con ese calvo, el famoso Isra Bravo o el otro… cómo se llama…?
• Arturo García
• Sí, otro calvo de mierda que menudas ideas te vuelca en esa loca cabeza. No, no lo harás. Te ruego Damián que no me dejes en ridículo -soltó Pili, firme como un alto mando militar.

Yo la escuchaba entre aterrorizado y feliz.

¿Feliz?

Sí, absurdamente feliz, porque en ese preciso instante supe dos cosas:

• Que había hallado la auténtica pepita de oro para mi titular
• Que poner “idiota” era un acierto total. Si mi mujer reaccionaba de esa manera, la mayoría se alarmaría de ese modo también y querría saber la historia hasta el final.

No terminé de cenar.

Me fui corriendo al ordenador y comencé a reescribir mi currículum.

Sólo al poner el nuevo título noté cómo se aceleraba mi corazón. Ahora sí estaba contando una verdadera historia. Ahora sí el texto era revolucionario y contenía los ingredientes que hacen que de verdad el copywriting funcione maravillosamente bien.

Esa noche dormí fatal.

Estaba ansioso, ilusionado y con las expectativas a tope.

Al día siguiente mandé a imprimir 30 copias en A4 de mi nuevo currículum al que en secreto ya comencé a llamar ANTICURRÍCULUM (los motivos son obvios, de currículum sólo tenía la apariencia, en definitiva se trataba de una auténtica carta de venta de mí mismo, una carta de verdad)

Regresé a casa. Los doblé como un tríptico (ni siquiera los metí en un sobre) y salí a repartirlos entre las agencias más importantes de Logroño. También, en algunas empresas que, por el camino, intuí interesantes.

Recuerdo que no conseguí repartir todas las hojas. Sé que volví a casa y mandé 6, 7 u 8 correos electrónicos más a otras agencias que hay en La Rioja, aunque no cerca de casa, adjuntando mi extraño currículum. Y sé que al cabo de ese mismo día 11 respondieron de alguna manera…

• “Dile de mi parte a tu mujer que no lleva razón”
• “Sentí la necesidad de escribirte de forma urgente”
• “Gran trabajo de copywriting, te tomaré en cuenta”

Algunos incluso me llamaron por teléfono. Como Lorena, empleada de recursos humanos de una de las agencias más importante de la ciudad con más de 100 empleados.

Al cabo del día, 4 afirmaron que me tendrían en la recámara.

Y 2 me propusieron trabajo de inmediato a modo de prueba.

¡Objetivo conseguido!

Flotaba.

Me sentí a la altura del maestro Isra Bravo.

Sentí, además, que había encontrado la vuelta, el secreto, la piedra filosofal del auténtico copywriting, el arte de vender por escrito.

Desde entonces no he parado de trabajar. Y lo he hecho con otros para que también consiguieran su objetivo.

Ahora he escrito el manual para transmitirte estos conocimientos, quiero que los apliques y luego me escribas asombrado contando cada detalle de los resultados. Con este manual aprenderás…

– Cómo desarrollé otros currículums con una efectividad tan alta como el mío.

– Los detalles en los que prestaba atención para mejorar la propuesta de cada marca personal.

– Cómo lo adapté a LinkedIn para obtener propuestas laborales para un año entero.

– Por qué al centrarme en los datos importantes de mi investigación, además de ahorrarme mucho tiempo, gané en efectividad y por lo tanto en más propuestas de trabajo.

– Cómo realizar la performance de tu anticurrículum para que obtenga más fuerza, más atracción y más respuestas.

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